Lamentable la noticia de que el incendio de Valle Nuevo se propagara tanto. Voluntad era lo único que hacía falta para controlarlo, y cabezas para prevenirlo. Como bien decía Severo Ochoa: «En principio, la investigación necesita más cabezas que medios».
He preferido esperar a que pasaran unos días para escribir esta entrada. Al calor del incendio (nunca mejor dicho) no se habría escuchado debidamente esta reflexión. Yo mismo me habría visto influido por el devenir de los acontecimientos.
Según declaraciones oficiales, las lecciones de este fuego son: 1) «se requiere de vías de acceso rápidas en las áreas protegidas», y 2) «la participación comunitaria es clave para afrontar las situaciones difíciles». A mí me parece que se ignoran muchísimos otros aprendizajes del pasado, como los contenidos en este documento. También me preocupa que el primer argumento sirva para justificar innecesarios accesos en áreas protegidas.
Pero dado que estamos repasando, yo también quiero transmitir un aprendizaje que suelo compartir con colegas: «las capacidades técnicas hacen a las instituciones, pero no están en la agenda política». Matizando un poco más, y extendiendo la frase de Ochoa, creo que «hay cabezas, pero necesitamos más y falta voluntad».
Bajo mi apreciación, muchas de las instituciones que reciben nuestro dinero han descuidado el contenido técnico que les corresponde desarrollar. En el mejor de los casos, creo que lo han mantenido sin avanzar más allá de lo básico. A esto se añade que, si los medios con que cuentan las instituciones se dedican a cuestiones distintas de su misión, la cosa se complica.
Es relativamente fácil ver vehículos institucionales todoterreno, y de último modelo, en tareas nada «campestres», que bien podrían sustituirse por modestos y económicos sedanes. Es un corolario que evidencia una práctica tradicional: mientras los «compañeros» se ocupan de consumir nuestros recursos, un personal técnico frecuentemente desmotivado y generalmente con pocos medios, trabaja para dar soluciones a problemas cotidianos. Afortunadamente, esto no ocurre en todas las instituciones, ni en todos los departamentos, pero ocurre.
No suelo escribir «lamentaciones», pero en esta ocasión, la decepción me puede más. Fue muy triste ver, en fuentes cartográficas públicas y accesibles para todo público, el inicio y propagación de este fuego, mientras se escuchaba en medios comunicación decir: «ESTÁ CONTROLADO«.
El servicio NASA/FIRMS informa sobre puntos de calor por correo electrónico (se basa en datos del sensor MODIS a bordo de los satélites Terra y Aqua); sólo con esa fuente se sabe muchísimo sobre posibles amenazas. Si se profundiza un poco más, con una computadora de prestaciones medias, fuentes cartográficas sobre topografía y vegetación, modelos de combustibles, datos meteorológicos, observaciones de terreno, unos cuantos software gratuitos (p. ej. CRAFT, GRASS, QGIS e incluso R), y una conexión a internet, se pueden hacer modelos de propagación y evaluaciones propias de ecología del fuego.
En el caso de este incendio de Valle Nuevo, coincidentemente, el maravilloso satélite Landsat 8 pasó el 28 de julio sobre el lugar. Ese mismo día, la imagen ya estaba disponible en el EarthExplorer, administrado por el USGS, y con ella hice un análisis visual preliminar sobre una composición en falso color, que me permitió medir la superficie quemada (no es un procedimiento complejo, ni requiere de grandes tecnicismos): unos 47 kilómetros cuadrados afectados (en distinto grado, no todo se quema igual). A continuación la referida composición en falso color, mostrando la superficie quemada e, incluso, áreas activas del incendio:
También superpuse el polígono digitalizado (un «calcado» del frente de avance, tomado de la escena Landsat) de la superficie afectada superpuesta sobre una imagen de Google.
Estos productos cartográficos fueron consultados por mucha gente en esta entrada (más de 1000 visitas en un día). En su momento fueron «subidos» a un sevidor de mapas, mostrado a continuación, donde se pueden apreciar dos composiciones en color de la referida imagen, así como el polígono delimitador del incendio (las capas se pueden hacer visibles/invisibles mediante el botón verde de la izquierda; también se puede acercar/alejar con la rueda del ratón o con la herramienta «zoom»):
Haciendo clic aquí se puede consultar el geoservidor en una ventana más amplia y cómoda, con mayor facilidad para ocultar/mostrar las capas; mediante el botón azul de GoogleEarth, el más a la izquierda sobre el mapa, se generan vistas tridimensionales (tardan un poco más en cargar que los productos bidimensionales).
La divulgación de esta información geográfica tuvo impacto inmediato en los medios informativos y en redes sociales, porque se pudo calcular la superficie y se veían el fuego y el humo con claridad. El servidor de mapas fue crucial en la tarea de difusión, el cual montamos el colega informático Arturo Aranguren y yo. Los materiales estaban a mano: una computadora portátil del año 2004 («arrumbada» y reanimada), una conexión a internet casera (eso explica la lentitud del servidor), la distribución Ubuntu Server 12.04 LTS de Linux (gratuita), y la suite de Boundless (anteriormente Opengeo, también gratuita).
La información geográfica en República Dominicana ha estado, tradicionalmente, en manos de pocas personas. Acceder a ella siempre ha supuesto un gran dolor de cabeza. Recuerdo cuando, allá por 1996, intentaba hacer unos mapas del parque nacional Monte Cristi; muchos muros se interpusieron en mi camino para poder conseguir información base, aunque algunas puertas se abrieron. En esta materia ha habido avances, pero todavía hay que romper con ciertas prácticas tradicionales, y esto es lo que pretendemos con los servidores de mapas. Producir información geográfica sin pensar en su difusión, es hacer la mitad del trabajo. La ciudadanía tiene derecho a ver su territorio, por lo que «dato que se produce, dato que se difunde».
Las instituciones productoras de cartografía tienen a su alcance los paquetes mencionados, y pueden montar servidores de mapas sin necesidad de pagar licencias de software, y sin adquirir costosos equipamientos. Esta versión rudimentaria es mejorable, pero la esencia es la misma.
Regreso al tema de esta entrada: voluntad, cabezas y Valle Nuevo. Voluntad fue también lo que motivó a muchas personas y entidades que, aun cuando fueron injustamente descalificadas, reunieron medios para dar apoyo durante el incendio, e incluso se desplazaron al lugar de los hechos. Voluntad también tuvo el personal técnico y de combate que estaba en terreno enfrentando las llamas. Voluntad, voluntad…
Ahora que nos encontramos en la fase posincendio, creo que es un buen momento para la cautela. Es temprano todavía para plantear cómo debería actuarse, pero se recomiendan los enfoques con alto contenido técnico. Lo deseable sería consultar expertos, tanto locales como internacionales. En este interesante documento se recogen buenas recomendaciones; y en esta entrada, resumí algunas de ellas, citando otras aportaciones generales sobre ecología del fuego.
Me consta que en el Ministerio de Medio Ambiente hay gente capaz, pero ocurre con frecuencia que su trabajo no suele ponerse de relieve. Hay personal incluso con experiencia en ecología del fuego, y quizá también lo haya en otras instituciones del país o en institutos de investigación. El tema es que se escuchen sus recomendaciones.
Finalizando, pienso que el trabajo de las entidades encargadas de velar por nuestros intereses, mejoraría sensiblemente implementando todas o algunas de estas acciones:
- Menos compañeros, más técnicos. Estos últimos son los únicos que pueden ayudar; los primeros sólo consumen dinero y medios.
- Menos jeepetas (negras) para personal que no las necesita, más vehículos de campo para personal técnico. En el mismo orden, además de «los vehículos», las instituciones tendrían que resolver cosas tan pedestres como que si el viático no sale a tiempo (si es que sale), que si la camioneta me dejó «botao», que si no hay para comprar los instrumentos necesarios, etc. Mientras todo esto le ocurre al técnico, el «compañero» tiene sus «necesidades» resueltas, por el solo hecho de haber «ajuntao» unos votos durante la campaña.
- Menos mediocridad, más capacitación. Por el simple hecho de pertenecer a los cuadros técnicos no se le debe suponer a nadie valores por omisión; el reciclaje permanente es imprescindible para producir soluciones a problemas reales y cotidianos. Por lo tanto, que las instituciones se ocupen de formar a su personal, es una voluntad que no puede faltar. Igualmente, que el personal técnico se preocupe por aprender cada día más, es clave para evitar errores del pasado. Recordemos que este incendio casi «reedita» el de 2005, símil que podemos observar en esta ilustración:
- Menos promesas, más resultados. Si cada político tuviera claros los resultados que va a presentar al final de su período, tendríamos elementos más objetivos con qué evaluarles.
- Menos adivinar, más investigar. Tomar decisiones, sin tener en cuenta tantas fuentes de información gratuitas y precisas, reduce mucho la eficiencia del trabajo técnico. Igualmente, constituye una insensatez decir que un fuego está controlado, cuando hay suficiente información pública que lo desmiente.
No sé si los técnicos, en algún momento, haremos una rebelión en masa, pero al menos de manera particular nos rebelamos todos los días en nuestros ámbitos de trabajo, porque en muchos ocurren las realidades que he recogido aquí.
Se equivocan los políticos si creen que tienen respaldo eterno asegurado, porque la intención de voto no es un cheque en blanco, ni dura para siempre. Es preferible que comprendan a fondo esos «temas técnicos difíciles» (que son los que se discuten generalmente en su ausencia, luego de inaugurado el taller) y que se vayan ocupando de ellos.
Dr. José Ramón Martínez Batlle (Ph.D)
Como en otras ocasiones, enhorabuena por el esfuerzo del trabajo de seguimiento del lamentable incendio y del comportamiento de las instituciones en hacer frente al mismo. Muchas gracias. Comparto contigo los principios técnicos y éticos que has hecho públicos. Mantén el ánimo en esta línea, ya que, como todos sabemos, es un camino larguísimo. Todavía recuerdo la conferencia que dio el Dr. José Antonio -Tono- Valverde, para los que no lo recuerden, el padre fundador del Parque Nacional de Doñana (España) y que dedicó toda su vida a la defensa y preservación del mundo Natural, en el Caribe, África y Europa, cuando nos hablaba por primera vez de la «moral biomásica» (ni más ni menos que las indicaciones que tú, mñas de 35 años después, argumentas a través de tu blog). Por cierto, conservo un ejemplar dactilografiado de esa charla que me dio el propio Tono (estoy seguro que otro ejemplar tendrá nuestro común profesor y colega de Tono, el Dr. D. José Manuel Rubio).
Gracias Fernando por tu comentario.
Es mi deseo que comencemos a abordar seriamente los problemas técnicos, sin resquemores ni complejos.
JR
Saludos, perfecto articulo Jose Ramón, nuevas lecciones a raiz de este incendio forestal, y casi terminando articulas cinco acciones que planificadas y desarrolladas a la luz de la experiencia que nos ha tocado hoy y vistas desde el angulo en que has esbozado esas oportunas ideas y excelentes criticas constructivas, nos pone de nuevo a pensar sobre la realidad medioambiental en nuestro territorio y al ordenamiento como esta regido. Reflexiones éticas y técnicas que nos llevan a escudriñar sobre los dos últimos párrafos que redactaste y que se resumen en la rebelión de los técnicos y la creencia de los políticos sobre el respaldo eterno asegurado.
EXELENTE,,,,DOCUMENTO,,LIDER,,,GRACIAS,,,,EDIFICANTE,,,,
Excelente artículo. Siempre le sigo.
Querido José Ramón, excelente.
Tus análisis tan objetivos, como siempre, definitivamente que se necesitan más «cabezas».
Esperamos que este y otros planteamientos sean tomados en cuenta como insumo imprescindible para manejar nuestras áreas protegidas, manejadas tan precariamente, debido a la carencia de enfoques expresados en varios de los puntos que tocas. Personajes mas «compañeros» que técnicos, no quieran ver «ni de cerca», a personas con mucha cabeza, lo que no entenderemos nunca.
Gracias Yvonne.
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