A propósito de Valle Nuevo

En julio pasado, Valle Nuevo experimentó un incendio que consumió unos 47 kilómetros cuadrados de pinar. Hice seguimiento en Twitter, y publiqué en este mismo blog una entrada sobre la superficie quemada.

Al calor de este evento, surgieron muchas opiniones, tanto en medios de prensa como en redes sociales, sobre su impacto y las acciones que debían implementarse una vez fuese extinguido.

Lamentablemente, en República Dominicana no tenemos estudios sistemáticos sobre ecología del fuego. Es una asignatura pendiente, en la que necesitamos personal capacitado.

Resumo a continuación algunas generalidades que se conocen hoy sobre el fuego, y específicamente sobre el fuego en pinar:

1) Mientras se desarrollaba el incendio, y en la medida en que crecía la preocupación, al difundirse imágenes de pinar ardiendo, se evidenciaba que la sociedad NO percibe estas manifestaciones como parte del ciclo de determinados bosques, algo por lo demás, comprensible. Está claro que la sociedad seguirá siendo proactiva ante la ocurrencia de estos fenómenos, con independencia del papel que juegan en la naturaleza, y en esa misma dirección deberían dirigirse las acciones públicas. Muchos expertos centran su atención en el régimen de fuegos, el cual puntualizan ya no es natural en prácticamente ningún ecosistema (una buena definición gráfica la muestra Cochrane (2009)). El régimen se «lee» en rangos espacio-temporales grandes, y describe el tipo modal de fuego que ocurre a nivel de comunidad y bioma a lo largo de décadas y siglos. La quema diaria, o las que ocurren estacionalmente, tendrán efectos sobre los grandes fuegos con tasas de retorno relativamente altas; o lo que es lo mismo: incidir sobre los fuegos de rangos espacio-temporales pequeños tendrá efectos sobre el régimen, y de ahí que varios autores propongan el enfoque de manejo integrado del fuego, donde se consideran tres aspectos básicos (Cochrane, 2009; Myers et al, 2004): a) la evaluación de si un fuego será dañino o benigno [algo difícil de saber en muchos casos]; b) sopesar los beneficios relativos y los riesgos; c) dar respuesta apropiada en base a objetivos previamente establecidos para el ecosistema en cuestión. Desconozco si estos elementos han sido evaluados para Valle Nuevo, o para otras áreas del país, aunque conozco algunos trabajos preliminares que podrían servir de insumo.

Conceptos sobre el fuego en distintos rangos espacio-temporales (Cochrane, 2009)

Conceptos sobre el fuego en distintos rangos espacio-temporales (Cochrane, 2009)

2) Lo que se sabe hasta hoy es que la supresión total del fuego no es una estrategia adecuada, porque incluso puede llegar a ser perjudicial (Myers et al, 2004). No implica esto que debamos mostrar indiferencia ante el fuego, pero varios autores (Cochrane, 2009); Myers et al, 2004) insisten en utilizar la quema prescrita, u otro medio, para eliminar combustible y evitar fuegos que, al fin y al cabo, serán más dañinos. La eliminación de combustible puede realizarse cuando se tiene suficiente conocimiento del ecosistema y de las prácticas de manejo integrado del fuego; asimismo, nunca se recomienda aplicarlo en ecosistemas sensibles al fuego; Robbins et al (2008) consideran que el pinar pertenece al grupo de los mantenidos del fuego, y Kennedy et al (2006) reconstruyen una historia de 4000 años, dominados por bosques de pinos y fuego en el valle de Bao, cordillera Central, sin intervención humana. Sin embargo, se necesita de mucho personal preparado, y suficiente información, para determinar dónde y cuándo aplicar retirada de combustible, así como para evitar que esta práctica tenga consecuencias negativas.

Diagrama mostrando cronología y estratigrafía, concentración e influjo de polen y esporas, fragmentos de carbón, y otras variables, de un núcleo de sedimentos extraído en valle de Bao (Kennedy, 2006). Nótese la importante presencia de carbón (charcoal).

Diagrama mostrando cronología y estratigrafía, concentración e influjo de polen y esporas, fragmentos de carbón, y otras variables, de un núcleo de sedimentos extraído en valle de Bao (Kennedy, 2006). Nótese la importante presencia de carbón (charcoal).

3) Con independencia del origen de un fuego, por simple precaución, el control es necesario para evitar daños sobre ecosistemas sensibles. De esta manera, se evita lo sucedido en el incendio de 2005 en el parque nacional José del Carmen Ramírez, que impactó formaciones sensibles. Al margen de las acciones penales que se deriven del evento, algunos expertos consideran que el centrar la discusión sobre si un fuego fue originado por personas o si surgió espontáneamente, no aportará mucho en la determinación del impacto sobre el ecosistema. Esta cita de Myers (2004), reproducida a continuación, aporta elementos críticos sobre este tema: «No importa si los fuegos son producidos por causas naturales o humanas. Uno no es mejor o peor que el otro. La fuente de encendido no es importante, sino que importan las características del régimen del fuego. Si el régimen del fuego cambia o se altera [respecto] de lo que es necesario para mantener un ecosistema dado, éste va a transformarse en algo diferente.»

Incendio 2005 PN José del Carmen Ramírez vs. incendio 2014 Valle Nuevo, vistos por el sensor MODIS

Incendio 2005 PN José del Carmen Ramírez vs. incendio 2014 Valle Nuevo, vistos por el sensor MODIS

4) Uno de los problemas más relevantes de los incendios forestales es el potencial que tienen de afectar ecosistemas sensibles al fuego, como el bosque latifoliado o el nublado. Cochrane (2009) refiere que al menos 20% de los ecosistemas mundiales son sensibles al fuego, y el 70% de ellos se encuentra en los trópicos. Por eso se reitera la necesidad de evitar la propagación, y utilizar el fuego prescrito y controlado sólo en aquellos ecosistemas dependientes de éste, como las sabanas y los pinares (Myers, 2004; Robbins et al, 2008).

Impacto sobre el bosque nublado de la reserva científica Ébano Verde en 2003, según Myers et al (2004)

Impacto sobre el bosque nublado de la reserva científica Ébano Verde en 2003, según Myers et al (2004)

5) Esta cita, también de Myers (2004), refuerza el tema de la importancia de la alteración del régimen: «Parece ser que el fuego frecuente está matando la regeneración de pinos en muchas áreas de la Cordillera Central, impidiendo el desarrollo de bosques más maduros. De la misma manera, el fuego en algunas partes de la Sierra de Bahoruco puede estar manteniendo los matorrales sin pinos.» En Bahoruco (Martínez, 2012) pude comprobar que hay áreas, como Savanne Peblique, que están en situación de escasa regeneración posincendio; en este caso, añado que hay un factor adicional que contribuye a esto: la alta pedregosidad del suelo, la cual muchas veces está relacionada con la erosión posincendio (Cochrane, 2009); este impacto en términos edáficos y geomorfológicos, no está bien medido en RD.

Herbazal de Savanne Peblique. En este lugar había un pinar abierto antes de un incendio que afectó sensiblemente el área en 1993. La escasa regeneración del mismo podría atribuirse a la alta pedregosidad, desencadenada en parte por el citado incendio (Martínez, 2012).

Herbazal de Savanne Peblique. En este lugar había un pinar abierto antes de un incendio que afectó sensiblemente el área en 1993. La escasa regeneración del mismo podría atribuirse a la alta pedregosidad, desencadenada en parte por el citado incendio (Martínez, 2012).

6) El tipo de fuego es un elemento importante a tener en cuenta (Myers, 2004). El «de copa» afecta sensiblemente la estabilidad del ecosistema, incluso en aquel que se supone dependencia del fuego. Por esta razón, muchos autores recomiendan la eliminación del combustible (con fuegos prescritos u otros mecanismos) para evitar el desarrollo de incendios voraces que dificultan la regeneración posincendio.

7) Myers (2004) también considera, de manera particular, el impacto del fuego agrícola: «Es probable que los incendios de origen agrícola fuera de control y los incendios accidentales o provocados estén transformando a los bosques latifoliados en pastizales o matorrales inflamables no nativos, y en los bosques de pino estén impidiendo la regeneración de pinos. Este proceso crea un circuito de retroalimentación positiva en el cual el fuego entra en el bosque, crea condiciones más inflamables, lo que lleva a fuegos más frecuentes y a un aumento en la expansión de pastos no nativos en detrimento de los bosques». Robbins et al (2008) también señalan el potencial que tiene el fuego de promover las especies invasoras en bosques sensibles.

8) El posincendio siempre trae consigo la discusión sobre la restauración, reforestación, regeneración, y muchos otros «res». Las reforestaciones en áreas quemadas deben ser evaluadas con mucho cuidado, porque pueden resultar más perjudiciales que beneficiosas. Transcribo una cita de Myers (2004) al respecto: «No se deben emprender esfuerzos de reforestación agresiva después de la mayoría, si no de todos, los incendios. Estos esfuerzos son costosos, han usado especies inadecuadas y fracasan frecuentemente. El pino criollo tienen [sic] una alta capacidad de regeneración si hay árboles para semillero en la vecindad. La vegetación de la cobertura del suelo tiene la capacidad de rebrotar. Puede ser necesario resembrar pinos y proteger las cuencas cuando se destruyen rodales densos con los incendios de copa y [allí donde] había poca vegetación en la cobertura del suelo antes del incendio debido a la sombra.» También señala, en otro punto, que el «pino caribe», por ser introducido, debe ser sacado de la cordillera Central y la sierra de Bahoruco. Valle Nuevo mismo, y muchos otros lugares del país que han sido reforestados después de un incendio, son verdaderos laboratorios para evaluar estas afirmaciones; bastaría reunir suficiente evidencia estadística, y analizar con las técnicas precisas para aportar conclusiones al respecto.

Ejemplo de regenerado de pino caribe en la sierra de Bahoruco, según Myers et al (2004)

Ejemplo de regenerado de pino caribe en la sierra de Bahoruco, según Myers et al (2004)

11) Finalmente, el informe de Myers (2004) resume que el manejo integrado del fuego debe incluir: a) análisis del problema; b) prevención; c) uso del fuego; d) preparación; e) respuesta; f) restauración y mantenimiento del ecosistema (según función deseada). También sugiere una lista adicional de recomendaciones y pasos a dar, cuya implementación desconozco si se ha alcanzado en los últimos 10 años.

En resumen, hay coincidencia en lo siguiente: 1) se requiere conocer el régimen de fuego actual o histórico de los ecosistemas; 2) se sugiere estudiar mejor la ecología del fuego, para determinar, en función de objetivos claramente definidos, cuál es el régimen que debería promoverse; 3) actuar en base a dicho conocimiento, tanto en la prevención, como en la respuesta y en la restauración.

Nota: este escrito fue motivado por una discusión sostenida  con participantes de dos foros dominicanos: «Salvemos las Áreas Protegidas» y «Asamblea Nacional Ambiental»

Bibliografía:

Cochrane, M. (2010). Tropical fire ecology: climate change, land use and ecosystem dynamics. Springer.

Kennedy, L. M., Horn, S. P., & Orvis, K. H. (2006). A 4000-year record of fire and forest history from Valle de Bao, Cordillera Central, Dominican Republic. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 231(3), 279-290.

Martínez B., J.R. Sierra de Bahoruco Occidental, República Dominicana: estudio biogeomorfológico y estado de conservación de su parque nacional. Sevilla: tesis doctoral de la Universidad de Sevilla. 2012. 536 p.

Myers, R. L., J. O’Brien, D. Mehlman & C. Bergh. 2004. Evaluación del Manejo del Fuego en los Ecosistemas de Tierras Altas de la República Dominicana. The Nature Conservancy—Fire Initiative Misc. Technical Report.

Robbins, A. M. J., Eckelmann, C. M., & Quinones, M. (2008). Forest fires in the insular Caribbean. AMBIO: A Journal of the Human Environment, 37(7), 528-534.

 

Dr. José Ramón Martínez Batlle (Ph.D)

5 pensamientos en “A propósito de Valle Nuevo

  1. Me ha resultado interesante saber que sabemos poco del origen del fuego;
    y que la quema puede tener un impacto en el ecosistema diferente a lo que creíamos. Gracias.

  2. Pingback: El incendio de Valle Nuevo deja otras lecciones: voluntad y cabezas | Geografía Física – República Dominicana – Dr. José Ramón Martínez Batlle

  3. Gracias por tu valiosa información. ¿Tienes idea de cuanto llueve en pico Duarte y en el Baho?.
    Gracias Mario Fariñas, Universidad de Los Andes, investigador en páramos.

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